Algo ocurre siempre en las verbenas.
Algo ocurre desde que a media tarde
aparece en el lugar el elemento más importante de todoas: la orquesta. Y es que estas fiestas de verano
no pueden existir sin ella; sin sus cantantes trasnochados, coristas
con lentejuelas, vestidos brillantes, chalequitos de raso para ellos,
purpurina para ellas, y espectáculo para todos.
Esas orquestas con nombres geniales como “Los anaconda” (no olvidemos la maravillosa orquesta Expresiones, por favor) se ponen sus mejores galas para cantar esa noche el mismo repertorio por milésima vez. ¡Qué chasco me llevé cuando me enteré de que los músicos hacían playback! No tocan casi ningún instrumento, así les sale más barato, se supone que nadie lo nota y van sobre seguro.
En cuanto al repertorio mi primera idea era hacer una lista con las canciones más versionadas por estas orquestas, entonces me di cuenta de que hay uno base que es el mismo desde hace 40 años y lo seguirá siendo por los siglos de los siglos, Amén, al que se suman las versiones de las canciones más sonadas en ese último año, candidatas a canción del verano. De estas últimas son pocas las que aguantan el paso del tiempo y acaban incluidas en el catálogo base.
Algunas de las canciones de ayer, de hoy y de siempre que lleva una orquesta en condiciones que se precie son:
Esas orquestas con nombres geniales como “Los anaconda” (no olvidemos la maravillosa orquesta Expresiones, por favor) se ponen sus mejores galas para cantar esa noche el mismo repertorio por milésima vez. ¡Qué chasco me llevé cuando me enteré de que los músicos hacían playback! No tocan casi ningún instrumento, así les sale más barato, se supone que nadie lo nota y van sobre seguro.
En cuanto al repertorio mi primera idea era hacer una lista con las canciones más versionadas por estas orquestas, entonces me di cuenta de que hay uno base que es el mismo desde hace 40 años y lo seguirá siendo por los siglos de los siglos, Amén, al que se suman las versiones de las canciones más sonadas en ese último año, candidatas a canción del verano. De estas últimas son pocas las que aguantan el paso del tiempo y acaban incluidas en el catálogo base.
Algunas de las canciones de ayer, de hoy y de siempre que lleva una orquesta en condiciones que se precie son:
Mi preferida: Me gustas mucho, Rocío Durcal.
El chacachá del tren , El consorcio.
La ventanita del amor, Garibaldi.
El vals de las mariposas, Dany
daniel.
Beso
a beso.
Una lagrima cayo
en la arena, Peret - Los Manolos.
Mientras todos están sobrios y serenos la orquesta intenta romper el hielo como puede aliándose con los niños que son los únicos que salen a bailar, si la cosa se pone chunga siempre pueden recurrir al socorrido Follow The Leader que hará que la gente empiece a levantarse de las sillas.
Después de unas cuantas canciones de
su lista titulada “canchodeo” ya hay suficiente gente bailando
como para entrar en faena, es ahora cuando la orquesta lo da todo y
el solista se viene arriba con El vals de las mariposas de Dany
daniel.
En este momento si nos
fijamos en quien está bailando sabremos quién está enamorado: las
señoras que obligan a su marido a bailarlo sin duda le quieren, los
señores que acceden a hacerlo, sin duda las quieren, y las parejas
que además tienen a sus hijos preadolescentes esperando resignados
a que acaben para irse porque “jolin mamá que rollo, me quiero ir
con mis amigos” se quieren una barbaridad y no quieren dejar de
bailar.
Luego llegan los pasodobles de rigor, y
aquí da igual quienes formen las parejas, aquí quien baila lo hace
por el gusto de bailar y ya está. Podemos encontrar parejas tan
singulares como: abuela-nieto, vecina-vecina, suegra-yerno,
padre-hija, señora- amiga de clase de zumba, etc.
Ya han tenido su turno los niños y los
mayores, y en este punto de la noche puede que sea la misma orquesta
la que haga sus versiones o que el ayuntamíento (bien de presupuesto) haya contratado a un DJ pensando en los
jóvenes para que suenen
canciones que no tienen el reconocimiento que se merecen como éstas:
Ven, ven, ven, Sex Bomb.
Qué casualidad que las veces que más
me he divertido de fiesta en mi vida ésta era la banda sonora.
Ya hemos llegado al final de la noche y
toca volver a casa, quizás unos churros con chocolate para los que
se niegan a que termine o cuatro besos en una esquina, y fin, se
acabaron las fiestas hasta el año que viene. ¿A que parece que no
ha pasado nada? Pues de lo que ha ocurrido esa noche tratarán muchas
de las conversaciones el resto del año en el pueblo:
- de cuando el chiquillo de Antonia casi se ahoga en la fiesta de la espuma en la plaza
- de cuando la hija de Alfredo
volvió llorando porque un tipo con muy poco tacto le dijo “¿que
eres virgen? Anda niña, vuelve a la verbena”
- de cuando Mercedes y José el
panadero estuvieron toda la noche bailando
- de lo salido que estaba el
cantante de la orquesta y como les miraba el escote a las señoras...
y cosas menos perceptibles ocuparán
los pensamientos de algunos durante un rato o toda su vida:
- de como la miraba su marido mientras bailaban Suspiros de España
- del piropo que le echó Juanito
- de lo contento que se puso con dos vinos
- de la vuelta a casa descalza cuando no podía soportar los zapatos
- del primer baile con su hijo
- de lo cansada que parecía la corista, lo poco que brillaba y lo mucho que lo hacía su vestido.
Hay que ir a la verbena al menos una
vez en la vida para observar esto y bailar con todas tus ganas y tus
amigos la canción del velero.
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