No sé el momento exacto en el que
empecé a notar que algo no iba bien. Yo que había tenido buenas y
malas rachas como todo el mundo, pero sin perder nunca el sentido del
humor, hace un año me costaba cada vez mas reír y no me apetecía
hablar. Intentaba seguir haciendo mi vida con normalidad pero no era
feliz.
Como no tenía un motivo de peso para
estar así (según mi criterio) no me sentía con derecho a estarlo,
y entonces a la tristeza se le sumó la culpa y mas tarde la soledad
cuando empecé a aislarme. Llegué a convencerme incluso de que no
tenía nada que ofrecer a nadie (qué gilipollez), y en estas
condiciones empecé 2015 pensando que me estaba volviendo loca, y por
fin fui al médico. Me vio un señor muy amable que me dijo
tranquilamente que que no estaba loca, sólo tenía algo llamado
distimia que consiste básicamente y resumiendo en estar triste casi
todo el rato. Ahora ya sabía lo que tenía, ahora me sentía una
loca con papeles.
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Aquí Muriel era muy feliz |
Intenté hacer caso a este hombre y
poner en orden mi vida, alejarme de quien no me convenía, tener una
rutina, me apunté a un gimnasio (gran error, hacer deporte en un
sitio cerrado con desconocidos no es para mí), y así pasé el
invierno, la primavera y cuando me iba encontrando mejor y con ganas,
por cosas de la vida, ocurrieron otras que me hicieron empeorar.
Desesperada recordé un libro de Marian Keyes, Salvada por los
pasteles, con una introducción bastante dura en la que cuenta
cómo empezó a hacer repostería con el propósito de ir
postergando su idea de suicidarse "podía suicidarme o podía
hacer un pastel, así que decidí hacer el pastel y que ya me
suicidaría otro día". Yo estaba muy lejos de tener esas ideas,
pero igual que ella necesitaba hacer algo que me hiciera sentir bien
para sobrellevar el infierno en el que se estaba convirtiendo el
verano.
Probé a dibujar flores pero no me
interesaba mucho, tampoco quería pintar paisajes ni bodegones.
Decidí que iba a pintar escenas de películas que fueran importantes
para mí y me hubieran ayudado en algún momento de mi vida, para
después ponerlas en mi habitación y ver cada día que incluso
estando mal se puede hacer algo bueno y recordarlas. El resultado no
es más que el de una aficionada que experimenta con las acuarelas,
pero para mí tienen muchísimo valor al conseguir que me sintiera
bien y en paz haciéndolas.
El verano ha acabado por fin con la
sorpresa de que he sido constante haciendo algo, y de que no lo he
hecho mal, (cosa que me ha sorprendido) y bueno, no soy la misma de
antes y no creo que pueda volver a serlo, he perdido en este tiempo a
amigos que no voy a recuperar y un poco de mi inocencia, pero por
otro lado he sido capaz de hacer cosas que no imaginaba: descubrí
que me encantaba dar clases, que podía escribir lo que para mí eran
tonterías y había a quien le gustaba leerlas, que si quería podía
volver a pintar y hacer cualquier cosa, y ahora es cuando está en mi
mano hacer con mi vida lo que yo quiera.

A mí me encanta leerte, me encanta desayunar contigo, me encantan tus acuarelas y me encantas TU
ResponderEliminarSecretaria! Cambiemos la palabra pobre por la palabra artista! Y a quien no le guste que no mire! Y a crear un blog de ilustraciones de películas.. Digo yo! Que soy la de las ideas descabelladas, y la afortunada por tenerte ahí!
ResponderEliminarYo no sé cómo no he leido esto antes si te tengo en el feed porque mira, me estoy tirando de los pelos. ARTISTA. GENIALOSA. FANTÁSTICA. Me encanta lo que creas, cómo lo creas y por qué lo creas. <3
ResponderEliminarmuchísimas gracias! me ha emocionado leer esto :*
EliminarMe encantan, las acuarelas, lo que escribes y como lo haces. Has descrito muy bien un proceso de cambio. Eres una máquina. Sigue así.
ResponderEliminarSublime.
Gracias Jose, en parte ha sido gracias a ti :)
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